Max Ernst, Arte, Aura y Subversión


Arte, Cultura, Historia, Pensamiento, Exilios, Proscritos, Caína...
Cementerio Campo Verano, 08.04.05 a las 8.11 de la mañana
Días antes de mi precipitado periplo París - Mónaco - Montecarlo - Roma - París, me había escapado un fin de semana hasta Grenoble para pegar un vistazo a la exposición L'art italien et la metafisica (1911 - 1935), atraído por el señuelo de los grandes maestros del grupo Valore Plastici: Giorgio De Chirico, Carlo Carrà, Giorgio Morandi, Filippo De Pisis, Gino Severini, Mario Sironi, que forman una parte esencial de la "otra" historia no escrita del arte del siglo XX, junto a los Ibéricos castellanos, los Noucentistes catalanes, la Neuesachlichkeit alemana y las otras figuraciones anglosajonas, de Bacon y la Escuela de Londres a Georgia O'Keeffe.
Mi vieja pasión por tales maestros cobra ahora otras dimensiones. En verdad, me digo, el gran arte italiano se sirve de la pintura, la escultura, la imaginación, la arquitectura, el urbanismo, incluso la botánica ----los cipreses del paisaje toscano---- para crear una nueva realidad estética, doble de la Creación. Y esa realidad también es un arte de vivir y morir con gracia y en gracia. Esa manera de estar es la que sedujo a Stendhal, a Gogol, a Shelley, a Keats, a Chateaubriand. Junto al Panteón ----la obra arquitectónica más perfecta que nos ha quedado de la antigüedad clásica, a juicio de Stendhal---- se encuentra la plaza Minerva, que limita con la iglesia de Santa María Sopra Minerva. En un pañuelo urbano se cruzan Bernini, la tumba de Rafael y Gammarelli, una sartroria per ecclesiastici que lleva cortando traje de papas desde 1793. Lo sagrado y lo profano vuelven a cruzarse en las divina proportione del gran arte clásico, que Lucca Paccioli, revisitado por Luis Marsans, intentaba traducir en armonías geométricas y matemáticas.
La cobertura planetaria audiovisual de la agonía y funerales de Juan Pablo II quizá ha ocultado o impedido percibir, con precisión, la superposición de lo sagrado, religioso, laico, cristiano, pagano, artístico, místico, cultural.
Por las esquinas, los modestísimos mercaderes de imágenes y recuerdos vendían, al mismo tiempo, mientras se retransmitían los funerales, copias de la gran estatuaria clásica, fotografías del papa difunto, reproducciones de obras maestras e iconografía piadosa, confundidas en el mismo altar mercantil.
Vaticano, 07.04.05, 10.21
En algunos lugares emblemáticos, como la piazza del Popolo, millares de fieles seguían los funerales, retransmitidos a través de grandes pantallas de tv, instalados a los piés de la magna estatuaria barroca y el obelisco contemporáneo de Augusto.
Piazza del Popolo, 08.04.05, 11.01
En otros espacios no menos tutelares, como la piazza de España y la iglesia della Trinità dei Monti, lo sacro (artístico, histórico, cultural y religioso) estaban ungidos con lo sacro publicitario: la majestuosa fachada de Domenico Fontana estaba cubierta por la publicidad de un marca de gran lujo. Y el eco todavía próximo de la voz de Juan Pablo II se confundía con el eco de las voces de Keats, Shelley, Chateaubriand, Ramón Gaya y María Zambrano, fantasmas indisociables de algunos rincones de la misma plaza, fuente, escalinata e iglesia barroca.