Monday, April 25, 2005

¿Puede sobrevivir la libertad al consumo permanente de basura audiovisual?

De paso por Caína, para pronunciar una conferencia en el Ateneu de Barcelona, navego como puedo por las aguas emponzoñadas por los medios de incomunicación de masas. ¿Puede sobrevivir la libertad al consumo permanente de basura audiovisual? Muy de mañana, los más madrugadores sufren la tempranísima lluvia ácida que precipitan los minaretes radiofónicos. A cualquier hora del día, las “marías” ----lenguaje desalmado que dice lo que dice: violación irónica de un nombre de mujer, ante la indiferencia pública---- son invitadas a chutarse con basuras de caballos no siempre famosos. Cada hora, repican las campanas radiofónicas: pero no siempre es fácil discernir entre el dato informativo y la ponzoña ideológica del amo de turno. El “entretenimiento” con el que se amuebla las conciencias más frágiles está aliñado con chucherías de una vulgaridad atroz, endemoniada. Las cosas más sagradas o profanas, la división fratricida de un pueblo, la guerra o la paz en la que se embarcan los ejércitos, los muertos caídos en atentados terroristas, la vida de los niños por venir en el vientre de las madres, se venden informativamente en subasta pública. “Caína va bien”.

6 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Se puede decir más alto pero no más claro. Lo que no tengo muy claro es la relación entre basura y libertad, pues ésta debería conllevar un aumento de calidad y, por ende, ir en detrimento de aquella.

La tan anhelada libertad, como vulgar traje de quita y pon, parece que la desdeñamos a la hora de leer, ver o escuchar.

12:20 PM  
Blogger Wallenstein77 said...

Hola a todos:
La Libertad quizas en ocasiones la estamos "idolatrando". La libertad tambien es, nos guste o no, ir a ver el Museo del Prado o acudir a un sexshop. La libertad tambien es enseñar desde pequeños a tus hijos el gusto por la lectura o dejarles que esten durante todo el curso gracias a la jornada intensiva desde primaria, en la calle desde que salen de las clases hasta las diez de la noche en vez de repasar lo aprendido, etc. La libertad tambien es ver la television, cambiar de cadena o coger el dvd y ver la ultima pelicula que has conseguido (emule, compra, regalo, etc.) y disfrutarla en vez de ver la basura que dan durante muchas horas del dia. Sinceramente, que cada uno actue con libertad y que vea, disfrute o defienda lo que considere cultua o Kultura, como nuestra excepcionalmente mala ministra de Kultura, Karmen Kalvo. Ya me ocupare yo de lo que no es basura para mi e intentare favorecer entre mi circulo lo que es bueno. Pero puede ser tan malo el defender una cosa que nosotros apreciemos como cultura, como no hacer nada. Pienso que la mejor forma de divulgar la cultura, es trabajar por una educacion de la mayor calidad posible, critica y reflexiva, que enseñe a los jovenes a pensar (lo cual por desgracia no sucede ni en la Universidad) y que posteriormente cada uno actue con la libertad de elegir. Quizas ese es el problema, que se pretende camuflar esa libertad de eleccion, con la defensa de cierta kultura, que no pasa siendo ingenuos, de accesoria y en muchos casos, mas cercanos a la basura que tiramos todos los dias.

Saludos a todos.

1:43 PM  
Blogger Luis Amézaga said...

Elegimos libremente la basura para no exigirnos objetivos demasiado elevados que nos aboquen a la irremediable frustración. Por eso preferimos convocarla ya de inicio.

2:58 PM  
Anonymous Anonymous said...

Si la pregunta es "¿Puede sobrevivir la libertad al consumo permanente de basura audiovisual?", me temo que no cabe otra respuesta que un rotundo no. "Basura audiovisual" empieza a ser un pleonasmo. Todo lo que pase por el filtro de los medios se ve abocado a la banalidad, al espectáculo, a la indignidad o a la privación de sentido. La omnipresencia de los medios hace que sus deplorables prácticas se extiendan a todos los ámbitos (desde la política hasta el uso del idioma, desde los cánones estéticos hasta las relaciones humanas) y por eso da la impresión de que los medios son el reflejo del mundo. No ocurre así. Es el mundo lo que se va moldeando en función de la norma impuesta por los medios. A esto es a lo que llamamos basura: el vertido continuo de desechos en derredor nuestro, a costa nuestra, con nuestra aceptación resignada o regocijada.

Un sujeto que ha cultivado con mucho denuedo estas formas de comunicacion a través de la TV ha anunciado ahora su retirada tras siete años de concienzuda labor de putrefacción. Este tipejo, buen periodista en su juventud, ofreció hace unos años el argumento definitivo en favor de su modelo: "He perdido el respeto de mis compañeros de profesión, pero me he ganado el de mi banquero". Invocaba la libertad: la libertad de forrarse especulando con el mal gusto, la provocación, la invasión de la intimidad, la falta de escrúpulos. La libertad de esclavizar a los televidentes ofreciéndoles pan y circo.

3:48 PM  
Blogger Eduardo said...

Lúcida y lucida descripción e interrogante cuya respuesta, me temo, es la que propone José María Romera.

4:37 PM  
Anonymous Anonymous said...

Sorry if you consider it to be off-topic


Riqueza, sensación de riqueza y distribución de riqueza


Marno Ridao
La democracia digital


Ramón Huamán gana 150 dólares al mes y sería la envidia de más de un vendedor ambulante de Buenos Aires, si se piensa en la cifra. Pasa unas 10 horas en una esquina clave del norte de Quito vendiendo cigarrillos, caramelos, encendedores y chupetines. Carga una pequeña cajita colgada al cuello con una soga en donde no hay gran variedad para elegir. Pero al cabo de un mes, se va con sus 150 dólares, un poco menos que el salario mínimo que recibe un obrero de la construcción.

María es cajera en un supermercado de la misma zona, el norte representa casi lo mismo en la mayoría de las ciudades latinoamericanas, y tras 8 horas diarias cobra 350 dólares por mes, unos 1.000 pesos de Argentina.

Como vive con su familia, suma a la economía familiar, pero sus sueños de independencia chocan con la realidad de un país caro, desde la puesta en marcha de la dolarización, que eliminó la moneda local, —el sucre— en enero de 2000. Ecuador fue, así, el primer país de la región que adoptó el dólar.

Un proceso al que se llegó tras una salvaje devaluación del sucre, que lo ubicó por encima de los 25.000 por cada dólar, y que provocó la quiebra del sistema bancario y financiero y que contó con Domingo Cavallo como uno de sus consultores.

Si bien la dolarización estabilizó la economía y benefició a ciertos sectores, empujó a la miseria a una gran cantidad de ecuatorianos.

Ramón y María no llegan a cubrir la canasta básica que llega a los 540 dólares y forman parte del 60% de pobres, cifra algo generosa. Se benefician, sí, con un precio del transporte público razonable (50 centavos) y del gas (básico para cocinar) que está en poco más de un dólar y medio por la garrafa de 15 kilos (en Argentina, la garrafa social está en 18 pesos y es de 10 kilos).

Ramón y María no son parte de la clase media, que necesita unos 1.200 dólares para vivir por mes, sin lujos y al día. Carlos, un empleado de un banco de primera línea gana como cajero unos 500 dólares, con salario básico y horas extras. Pero como su mujer es también empleada, bordean entre los dos el ansiado sueño de "pertenecer". Claro que aún no pueden comprarse el "autito", un Chevrolet Corsa de 13.000 dólares, pero sí son parte de los 3 millones de ecuatorianos, sobre una población de 13 millones, que tienen teléfono celular.

Según un informe de El Comercio, hay 2,5 millones de usuarios de tarjetas de crédito en circulación y crece a pasos acelerados el uso de extensiones para los hijos adolescentes.

Estos números de un alto consumo se apoyan en varios fenómenos. Por un lado, el precio del crudo por encima de los 50 dólares en un país petrolero. Por otro, el permanente incremento de las remesas que envían el 1,3 millón de ecuatorianos que viven en el exilio y que llega a los 1.600 millones anuales. Y por último, una enorme liquidez.

Con un PBI de 27.000 millones de dólares y un PBI per cápita de 1.800 dólares, Ecuador sigue siendo un país de inequidades, en donde la torta se reparte entre pocos.

Son los que pueden gastar entre 50 y 100 dólares en salir a cenar a un muy buen restaurante. Y no son los marías y ramones, que deben conformarse con comer algo al paso por un dólar y medio. Y mucho menos los miles de indígenas de los cerros que sobreviven gracias a la cooperativización del trabajo en el campo.

Si uno es extranjero, es tarde y está famélico por comer algo, deberá soportar el mal trago de comer un sándwich en el hotel por 25 dólares, eso sí, con gaseosa y papas fritas.

3:21 AM  

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