De como la industria editorial incrementa la incultura
Descubro, a través de una gacetilla, perdida en un rincón olvidado de un periódico, unas frases de Luis Mateo Díez que bien merecen un tratamiento informativo del que ----con tan desdichada frecuencia---- parecen incapaces los medios de incomunicación de masas, ya que el escritor plantea con claridad el problema de la desertización cultural en la que nos hunden las industrias de la incultura.
Es una contradicción bastante penosa ----dice LMD---- que se edite tanto y se lea tan poco. En su denodada búsqueda del lector, sea el que sea, los editores están abandonado a los lectores verdaderos. La denodada búsqueda de la novela de éxito ----concluye el escritor---- conduce a la búsqueda del lector que no lee, o que lee un libro cada dos años.
Dicho de otro modo:
* El antiguo lector de libros está siendo suplantado por un “lector” de cosas que los hiper del ramo llaman “libros” y quizá sean un sucedáneo podrido.
* Las industrias de la incultura contribuyen de manera muy eficaz al crecimiento de la ignorancia, inundando los mercados con sucedáneos podridos que no solo corrompen el gusto y los antiguos cánones (morales, éticos y estéticos) si no que hunden a los antiguos lectores en una insondable sima de soledad creciente.
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Afortunadamente ----me digo, en un ataque de lunático optimismo, me temo---- todavía quedan libreros que saben distinguir entre “libros” y libros. Pienso en Jesús García Sánchez (Visor), Abelardo Linares (Renacimiento), Toni (Robafaves), los amigos de Laie. Etc. Hay muchísimos más, claro. Vayan para todos esos un recuerdo cómplice. Se admiten sugerencias y recuerdos. ¡Avanti...!!.
3 Comments:
Con todos los respetos, nunca he entendido el fundamentalismo ese de que la gente "lea".
La historia siempre ha sido producto de las élites y hoy las élites *leen* y los demás *consumen libros*.
Antes, las élites *leían* y los demás *no*.
A unos genios se les ha ocurrido repatir Quijotes gratuitos en el metro de Madrid para *fomentar la lectura*.
Joder. Me imagino al No-Lector del metro intentando hincarle el diente a la diminuta letra de un Quijote escrito con retórica clásica y lenguaje del prebarroco español.
Como para no volver a leer ni tan siquiera el nombre de la estación de metro.
¡Qué funesta manía de crearle complejos a la gente!
Yo me traumatizo sólo de pensar en el currito del Marca al que le endiñan un Quijote *para que lo lea*.
"Tome usted, buen hombre... para que lo lea".
Si los antiguos lectores -en el lenguaje de Quiñonero- se quedan en una soledad creciente, es en la misma soledad en la que siempre ha estado un lector.
El Quijote era leído masivamente en su tiempo por marujas y espadachines de poca monta. Y Quevedo escribió el Buscón para divertir, coñe. Y ambos fueron libros de éxito. De éxito masivo, por cierto. Por no hablar de Lope.
El tema de la superedición es un tema industrial, que es en lo que se ha convertido la cultura, incluso la *cultura culta*.
Marchemos -y yo el primero- por la senda de la lectura y dejémonos de fundamentalismos para que la gente lea, como si no tuviera otras cosas mejores que hacer que machacarse con libros que no añadirán ni un centímetro a su estatura y, ni tan siquiera, a la nuestra.
¡¡abajo la lectura!!!!!!!!
¡¡viva los video juegossssss!!!!
don jesús don jl don pj don eh don lm velan por nosotros
loli
No lo veo tan fácil, Sr. Darknet.
Por supuesto, si considera que no ha habido evolución desde el invento de la imprenta, pues entonces no hay nada que hacer: seguiremos tratando de "leer para no caer en el consumir".
Ahora, si, como creo, el hombre medio tiene acceso a los instrumentos para "crecer en estatura" ¿por qué no denunciar los obstáculos que se le ponen por delante para que no utilice esos instrumentos?
Esa creo que es la diferencia entre los oscuros años del siglo XVI y los nuestros: Al principio las élites leían, y a los demás no les quedaba otro remedio que no leer. En la actualidad las élites leen (habría que matizar) y los demás también pueden hacerlo, si se les hace ver que consumir libros de pacotilla es pernicioso para la salud espiritual. Claro que estoy hablando de las escuelas y de los padres.
Ellos tienen en sus manos la transmisión de eso que tan demagogicamente usted llama fundamentalismo.
El mayor fundamentalismo es creer que la lectura es "machacarse con libros que no añadirán ni un centímetro de estatura"
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