Los Verdurin, "España", "Cataluña" y el nuevo (¿?) Estatuto
En la selva social, los Verdurin encarnan un modelo canónico de personajes que se sirven del matrimonio como recurso de ascensión social, consagrados desde la infancia a trepar, con una temible rapacidad carnicera y snob, sirviéndose del domicilio conyugal ----símbolo supremo de un cierto status, siempre cambiante y provisional: para un Verdurin, la antigua “casa” es un motivo privilegiado de especulación---- como campo de operaciones donde se traman las intrigas, celadas, maniobras y traiciones, económicas, sexuales, etc., indispensables para continuar trepando.
En la Recherche, Mme. Verdurin accederá al paraíso artificial y amenazado de los Guermantes a través de una alianza matrimonial. En el Maresme snob donde yo veraneo, desde hace años, entre Caldetes, Llavaneres, Port Balis, y las urbanizaciones de la montaña concebidas para millonarios de nuevo cuño, los Verdurin conducen Audi, tienen barco con amarre propio, pasan unos días en Mallorca, y se sirven de la tertulia del golf, el tenis o la piscina para lanzar sus globos sonda sobre sus relaciones en el novísimo Ampurdán de ocio y recreo, Puigcerdá o la Moraleja madrileña.
Sospecho que los Verdurin del Maresme snob tienen un entusiasmo muy comedido por el nuevo (¿?) Estatuto catalán. Por otra parte, me digo, cosas como “España” o “Cataluña” son abstracciones ilusorias para los predadores genuinos, que solo visten ropas de marcas acreditadas y cosmopolitas, y cambian de “ideas” como de camisas, bordadas en el pecho, incluso, con un diminuto asno, signo de identidad.
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