Max Ernst, Rodriguez de Rivera y otros proscritos
Cuando termino la corrección de las pruebas de mi libro sobre Ramón Gaya y el arte de la pintura, advierto que hablo poco del arte del collage.
Volveré con algún pretexto a esa disciplina artística, a la que Ramón y Max Ernst dieron definitivamente su estatuto de Gran arte onírico, alucinatorio, surrealista. Los medios de incomunicación de masas hablan poco o nada de los artistas de nuestro tiempo maestros en esa disciplina. Y pienso el creadores como Jorge Rodríguez de Rivera, cuya obra sigue creciendo, solitaria, tan callando, lejos de su tierra canaria, en un destierro parisino que él amuebla con mucho arte.
Volveré con algún pretexto a esa disciplina artística, a la que Ramón y Max Ernst dieron definitivamente su estatuto de Gran arte onírico, alucinatorio, surrealista. Los medios de incomunicación de masas hablan poco o nada de los artistas de nuestro tiempo maestros en esa disciplina. Y pienso el creadores como Jorge Rodríguez de Rivera, cuya obra sigue creciendo, solitaria, tan callando, lejos de su tierra canaria, en un destierro parisino que él amuebla con mucho arte.
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