Galicia, Víctima
Resulta muy particularmente penoso que la historia del recuento de 35.000 votos de la diáspora nos suscite el más mínimo interés por la cultura gallega, ausente, sospecho, igualmente, del difunto debate electoral.
¿Cómo no ver en esa indiferencia culpable otra raíz de un desencuentro cainita?
Rosalía no pensaba otra cosa, hace más de un siglo. Ramón Cabanillas, tan próximo a Pío, ministro de Franco, y Pío, ministro portavoz de Aznar, se lamentaba, amargo: “Castilla, no me hables de esa; que no quiera saber nada de ella” (cito y traduzco de memoria: será bienvenida cualquier imprescindible precisión).
Las cosas de Caína tienen siempre dimensiones trágicas, grotescas, no sé si cómicas o premonitorias: el padre de Manu Chao se instaló en París gracias a Fraga Iribarne; un abuelo de Rajoy fue redactor del estatuto autonomista cuyo trágico entierro hacía declarar a Alvaro Cunqueiro: “¡Pobre España!”. El nieto de Ramón Cabanillas no puede desconocer los himnos familiares a la bandera gallega. Hace veintitrés años, Carmen Martín Gaite y Andrés Ruiz Tarazona publicaron su indispensable antología de ocho siglos de poesía gallega. Pero no sé si se ha reeditado mucho. La independencia, asociación o unión inquebrantable, basadas en la ignorancia, me temo que son fuente de discordia cainita. Desde hace siglos.
1 Comments:
I''m not familiar with this subject but interesed.
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