Sunday, September 18, 2005

Garbo, Fedora, amores lésbicos y ¿Qué pasó entre tu padre y mi madre?

Hoy se cumplen cien años del nacimiento de Greta Garbo. A pesar de la belleza escultural de las imágenes de leyenda, jamás me sentí atraído por la señora. Quizá podría tener una cierta debilidad por su Ana Karenina: palidísimo reflejo de la Señora de Tolstoi. A F* le encantaban las lesbianas y el “triolismo” con ellas. A mi no: Nobody is perfect. Por el contrario, el diálogo de Billy Wilder en la Ninotchka de Lubitcht, contemporánea de los Procesos de Moscú, me sigue pareciendo genial, como todas las legendarias réplicas de BW (co guionista de esa película): ----Buljanoff: ¿Qué tal está Moscú? ----Ninotchka: Muy bien. Quedarán menos rusos. Pero serán mejores. Sobre los amores lésbicos de Garbo con Louise Brooks o Mercedes de Acosta se ha escrito mucho. Hace unos días todavía se publicaron cartas inéditas de carácter amoroso. Sin embargo, a título personal, sería mucho más sensible a sus escarceos ¿carnales? con Sir Cecil Beaton, que tanto fascinaba a Helmut Newton. Salvador Dalí revisitado por BW para filmar a Juliet Mills en ¿Qué pasó entre tu padre y mi madre? Quizá solo Billy Wilder hubiera podido filmar la historia de la “verídica” Garbo. De hecho, Fedora, siendo la versión definitiva de la Norma Desmond (Gloria Swanson) de Sunset Boulevard, que algo tiene de ella: el final muy Ana Karenina, y esa vida de espectro errante, en busca de su tumba florida. Los fotogramas clásicos de Garbo, como reina sueca, como Karenina, etc., tienen el encanto de las máscaras mortuorias. En verdad, la versión hard de ¿Qué pasó entre tu padre y mi madre? pudiera tenerla a ella como madre difunta, cuyo cadáver glorioso es robado por una banda de mafiosos sicilianos y es buscado, descarriado y rescatado ----a precio de oro---- por Walter Armbruster (Jack Lemmon) y Pamela Piggott (Juliet Mills), acompañados de un mayordomo de Comedia de Eurípides (Carlucci, Clive Revill), obligados a rendirle un piadoso y filial homenaje póstumo, definitivo, en un cementerio de Ischia, con solitaria vista al mar Mediterráneo, como las tumbas de los griegos de la diáspora, cuyas lápidas en mármol nos hablan de otros amores difuntos.

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