Friday, May 13, 2005

Terroristas, Dostoievski y Fritz Lang, en Caína

Esta mañana, la prensa europea se desinteresa profundamente de los asuntos cainitas. Quizá solo Die Welt, en Berlín, vuelve a la carga con algunos flecos ensangrentados: de cómo el Terror continúa dominando la agenda de la clase política, caída de hinojos en el uso y abuso de los muertos, la sangre derramada y las copas servidas a sus señorías con gotitas de sangre. Con el mutuo deseo de envenenar al vecino. Ça va de soi. Para un alemán perseguido por los fantasmas de su propia historia, el ping-pong cainita quizá pudiese recordar las viejas películas expresionistas de Fritz Lang: un villano criminal huye por las vacías calles nocturnas de una ciudad dormida, por donde unas sombras inquietantes persiguen a los vivos y los muertos, que no tienen donde guarecerse y esperan en vano el día del juicio final. Que no llega nunca. Muy lejos de la basura con la que nos agreden las industrias de la incultura, el libro canónico sobre terroristas y Terror continúa siendo Los endemoniados de Dostoievski, que se lleva muy poco esta temporada. El Mal filmado por Fritz Lang quizá no hable de otra cosa.

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