Rainiero, Don Quijote y los Gazpachos Manchegos
En Montecarlo, amanece un día gris, con nubes bajas que velan un sol tímido, oculto tras el albo esplendor del horizonte marino.
Descartada la piscina de agua templada, el aire libre, mis vecinas, frau Goldmisth y su novia, se obstinan en comentar en un francés que roza lo incomprensible los horrores de la prensa audiovisual de Estado, en Francia, cuyas brumas sobre la agonía del príncipe Rainiero han provocado en Mónaco una reacción de amarga de profunda tristeza: Se trata de algo innoble, vergonzoso, canalla.
El príncipe Alberto ha dirigido una carta de protesta a France Televisión, denunciando con mucho pudor el canibalismo audiovisual, servido con los platos combinados del día, ofreciendo un menú miserable a base de “chistes” y “caricaturas” de tres hijos a la cabecera de un padre moribundo.
Espoleada por su novia, que ya conoce el color de las sábanas de las mejores suites de los hoteles más caros, frau Goldsmith me pregunta si puede creer en los encantos que hoy evoca Le Figaro para glosar la geografía y gastronomía de Castilla y Albacete, siguiendo la ruta de don Quijote. Mi vecina ----de una glotonería infantil que no consigue saciar su novia, algo más joven---- me pide que le “traduzca” y explique en qué consisten planos como “pisto manchego” y “migas”, que los colegas del Figaro describen como “delicias quijotescas”. Le explico a frau Goldsmisth que mis rudimentos de francés, inglés y alemán son harto insuficientes para acceder a sus deseos, que no puedo satisfacer, yo tampoco. Para complicar las tareas íntimas de la novia de mi vecina, le digo que, en verdad, a los manjares descritos con entusiasmo por Le Figaro sería imprescindible añadir otros, mucho más “recios” y “viriles”. Ante mi elocuencia, que ella interpreta muy a su manera, frau Goldsmisth le dice a su novia ----en un alemán que consigo entender, mal que bien---- que, tras el desayuno, irán a preguntar al chef del Louis XV, el restaurante del Hotel de Paris, su cantina preferida, si sería posible prepararles un menú a base de gazpachos manchegos.
5 Comments:
A las buenas Don JP. Después de leer el post y los malentendidos lingüísticos sólo me queda confundirme pensando que el frau en realidad era un famoso compositor de bandas sonoras con algunas notas cambiadas.
Este episodio es digno de figurar en el relato de la estancia de Hans Castorp en aquel sanatorio... Saludos a la "manniana" frau Goldsmith (¿trasunto de la Gräfin Geschwitz?)... Y saludos a todos.
k.
En todo caso, don JPQ, estoy seguro de que somos muchos los interesados en conocer el desenlace del episodio.
P.S. Con una suegra manchega militante, pistos gachas, migas y gazpachos manchegos me han resultado asignatura obligatoria. Si Frau Goldsmith necesita ayuda seguro que puede contar con ella.
Queridisimos...
Entre mis devaneos gastronomicos y funerarios, vuestras reflexiones me estimulan y espantan.
No dudo ni un instante que frau Goldmistch visitara un parador nacional manchego (????)
Su "paralelismo" con algun personaje de la Montana magica es pura ilusion. Helas.
Sorry por acentos y demas... por razones de catastrofes informaticas me vego obligado a perguenar estas notas en el "centro de comunicaciones" que es tan alegre como una celda carcelaria.
Molto obligadissimo,
JP
Un pequeño inciso.Duele pensar que entre tanto glamour, dinero, mundanismo y poliglotismo; veamos que la maldición anglosajona se apodera de todos nosotros por medio del meta-lenguaje informático que imbuye estos cuadernos obscenamente.
Has pensado Juan,que debieramos deshacernos de una vez por todas del colonialismo angloamericanohablante y mandar a algún informático franco-ibero-aleman a que cambie los horrorosos "leave your comment","choose your identity"...por sus equivalentes ibéricos o gálicos.
Il n´est pas étonnant que la France tombe...
Saludos cordiales.
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