Thursday, March 24, 2005

Murcia, Francia, Europa: calvarios y rapacidades varias

Históricamente, los agricultores franceses son los primeros beneficiarios de la construcción política de Europa. Llevan varias décadas recibiendo sustanciosas subvenciones, en un mercado ultra protegido, cerrado herméticamente a los productos agrícolas de los países pobres, africanos, asiáticos o americanos. Tal concepción del mercado europeo ha permitido a Francia consolidar su posición como primera potencia agraria europea y segunda potencia mundial, tras los EE.UU. Paradójicamente, dos de cada tres agricultores franceses se dicen hostiles a votar “sí” al proyecto de Tratado constitucional europeo. ¿Porqué? Los grandes cerealistas de Isla de Francia ----la segunda región más rica de Europa---- temen la irrupción de productores de otros continentes. Los productores de frutos y legumbres todavía no han digerido el ingreso español. Las agriculturas de los países del Este europeo “amenazan” con productos más baratos. Los grandes viticultores de la Bourgogne y el bordelés se inquietan por la emergencia de nuevos productores africanos y americanos. Los agricultores franceses plantean un debate de fondo para el futuro mismo de Europa, aferrándose con inquietud a sus viejos privilegios amenazados. (..) Mientras los agricultores franceses se beneficiaban de la bonanza, las lluvias y las subvenciones europeas, los agricultores murcianos debían trabajar contra la desertización, la autarquía y la hostilidad. Incluso las razones de Estado todavía son buenas para privarlos del agua del Ebro y el Tajo. Y las razones ideológicas tiran chuzos de punta contra los lagartijales de mi pobre tierra perseguida por la sequía secular. Desde hace siglos, Caína mata y azuza a sus hijos para que se maten entre ellos, con muy distintas artes: del garrote a la asfixia.

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