Larra, hoy
Cito a Larra de memoria: Escribo lo que no pienso. Callo lo que pienso. Me pagan a tanto la cuartilla. Malvivo de tan luctuoso comercio. Quemo las cuartillas escritas en soledad, donde escribo lo que pienso y pudiera costarme la vida. Soy un buen periodista.
La naturaleza industrial de los nuevos medios de incomunicación de masas quizá agrave esa relación perversa entre la palabra, el pensamiento y su difusión impresa.
Adaptarse para sobrevivir, remando a diario por las aguas de ese océano poblado de tiburones y muchas otras especies rapaces, carnívoras, requiere una disciplina marcial, unos nervios de hierro.
El aspecto zoológico de la situación remite al Esperpento valle inclanesco: El joven vanidoso que escribe arcaísmos endemoniados negocia a buen precio el salario del veneno que destila. Y quienes pagan sus infamias lo hacen por mero lucro: está probado que la basura vende.
El aspecto desalmado de la historia remite a los Sueños de Quevedo: El viejo crapuloso vende sus canutos de porquería a una marca registrada, cuya primera fuente de negocios es el tráfico con ideas muertas.
Creyente en la religión cristiana, Quevedo podía temer el Infierno. Creyente en la religión del progreso, Larra temía el fin de todos los principios morales. Testigo del hundimiento fáustico de tal arquitectura espiritual, Valle Inclán ilumina los restos del campo de batalla: bestezuelas y animales de presa se disputan en el Ruedo Ibérico, a dentelladas, los despojos de antiguas dinastías vencidas.
La compra venta de cantidades industriales de papel impreso no puede crecer de manera indefinida enarbolando a toda hora las herrumbrosas lanzas de la guerra civil. El marketing sugiere la utilización publicitaria de paisajes artificiales, marcas, productos, bajezas, miserias, cuyo comercio reporta mucho dinero. El “entretenimiento” ----la manera de amueblar la conciencia ociosa de los ciudadanos indefensos---- se utiliza como recurso muy eficaz de vaciado de las almas.
En ese marco, las tribunas de los periódicos funcionan con alarmante frecuencia como púlpitos, minaretes, consagrados a la producción masiva de basura. Y es tan sustancioso el comercio con miserias, trapos sucios, consignas, infamias e ideas muertas, que los diminutos clérigos de las nuevas sectas sin Dios ----ni otras ideas fijas que la vanidad, la envida y el lucro---- solo discuten con sus amos la publicidad de sus entretelas y el precio de sus bajonazos.
Basta con visitar la librería de una cadena o supermercado para comprobar la buena marcha de tales negocios. Pero, me digo, sería erróneo abandonarse al nihilismo suicida. El arte de la retórica con el que Larra denuncia ----el primero---- tan luctuoso comercio pone de manifiesto que el manejo inteligente de las palabras, a la manera del sofista, pero con muy otros fines, puede permitir nuevas formas de resistencia contra la Muerte que nos cerca, si se tiene un mínimo de experiencia marcial en el manejo de las palabras, utilizadas con gracia.
1 Comments:
"...Adaptarse para sobrevivir, remando a diario por las aguas de ese océano poblado de tiburones y muchas otras especies rapaces, carnívoras, requiere una disciplina marcial, unos nervios de hierro."
Esto y el lema de la fotografía de hoy, dos buenas piedras Juan Pedro (mira, esto último no lo había pensado...).
montano
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