Libros andaluces, murcianos, libertarios, elitistas, radicales, etc..
A través de Txetxu –que también habla del congreso onubense de un centenar de pequeños editores– descubro el número 50 de la revista El libro andaluz. A pesar de los matices forzosamente patrióticos, me parece una iniciativa estimulante y significativa. En el terreno “patriótico”, ¡hasta yo he hablado del libro murciano! No en vano, entre mis antepasados se encontraba Antonete Galvez, héroe militar del cantón cartagenero. Pero a lo que iba. Tras la promoción del libro, pueden colarse incontables negocietes: a todas luces menos escabrosos que los de la alcaldía de Marbella. Pero basta con consultar las informaciones corporativas de la Cegal, para confirmar la evidencia: una floración llamativa de pequeños y grandes libreros – editores – promotores culturales, que están devolviendo a sus negocios la nobleza perdida en los hiper y supermercados, cuyo triunfo imperial también habla de cómo los medios de la incomunicación de masas y la industria editorial incrementan la incultura. Por no hablar de los cadáveres y prostíbulos de la cultura de Estado.
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