
La
exposición del Jeu de Paume me permite descubrir de cerca la
obra fotográfica de
Edward Ruscha, indisociable, me digo, de su
obra pictórica, mucho más misteriosa, poética e inquietante, por momentos, de lo que pudiera pensar el canon de las vanguardias difuntas, que tantos cadáveres deja tras sí: cadáveres que se compran y se venden a precio de oro, incluso en Madrid.
¿O sobre todo en desiertos iluminados con publicidad fluorescente -tan semejantes a la imaginería de Ruscha-,
como en Caína?
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Európolis.
Reconquistas religiosas, musulmanas, cristianas, catalanas…
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