Monday, November 14, 2005

Houellebecq, los sofistas y el mercado del Odio

Antes de conocerlo, Houellebecq se me antojaba un sofista cínico, un especulador del odio. Tras encontrarlo, ha cambiado mi opinión. Tiene algo de pícaro leído, evidentemente cínico y sofista; pero el primer libro de Fernando Savater (donde todavía incluía su artículo sobre mi Proust) ¿no se llamaba Apología del sofista?.. De mi diálogo con Houellebecq, su defensa de una secta de fanáticos me parece canalla y peligrosa. Su respeto por los Evangelios dice cosas que están por indagar: [ .. ] ----Los realianos me parece una secta peligrosa. ----Pero usted se equivoca. Los realianos no se quedan con el dinero de nadie: ese es su principal problema. Han publicado muchos libros, han hablado mucho. Pero, en realidad, sus cosas no marchan bien económicamente. El problema de las religiones de otra naturaleza: la certidumbre regional gana, siempre. ----Sin embargo, los personajes de Buda o los Evangelios, incluso si usted los toma como personajes puramente imaginarios, son mucho más perdurables que las certidumbres científicas, siempre cambiantes. ----Un teorema demostrado dura toda una eternidad. ----Los primeros versículos del Evangelio de Juan parecen tener la misma duración. ----El Apocalipsis de Juan me encanta. ----¡... Houellebecq lector de los Evangelios...!! ----¿Por qué no? La poesía dura mucho tiempo. La novela dura mucho menos. Es cierto que Homero aguanta el tipo. ----Si me apura, hasta el Corán aguanta muy bien tipo, siquiera como libro poético. ----El Corán... no sé, no sé... ----¿Y los Evangelios? ----Ya le digo: San Juan es muy bello. Sobre todo la primera Epístola. Y le confieso una vieja pasión por San Pablo. ----Pero San Pablo también tenía algo de fanático. Era una suerte de “leninista” no violento de la religión cristiana. ----Ah, no, no. San Pablo era un loco de genio. Totalmente. Un genio. Su fuga, su pasión, su desesperación. Que maravilla. San Pablo es uno de los más grandes autores de todos los tiempos. [ .. ] Juan Ángel Juristo: “Esta última novela de Houellebecq es de una calidad literaria, por lo menos, dudosa”.

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