Galdós, Valle Inclán, Garci y la Redención de Caína
Vemos en casa El abuelo de José Luis Garci y su formidable equipo. Deseo que Juan Florencio (15 años) y Pedro Juan (12) tengan de España una imagen noble; la que Rosa Chacel y los hombres de su generación desearon construir, muy alejada de la Caína de mis escritos. [ .. ] Garci consigue una síntesis no sé si perfecta de Galdós y Valle-Inclán. Pero la luz de esa y otras películas suyas aporta algo esencial: la Redención de Caína, a través de la piedad, el amor, el dolor, el heroísmo y la soledad. La trama galdosiana y el fantasma esperpéntico ----bien real, a través de la presencia y el vozarrón de Fernando Fernán Gómez---- están bien presentes en El abuelo: se trata de dos clásicos canónicos de la Caína eterna. Basta con abrir la prensa de la mañana para advertir que los mismos personajes, usando el mismo lenguaje, víctimas de los mismos demonios, continúan sembrando las calles y las conciencias de Caína con las mismas semillas podridas, desde hace siglos, desde el triunfo saturnal de la Picaresca, imponiendo su ética y estética de hampones cainitas. Garci aporta una luz propia, singular, a esa trama eterna donde se consuma desde tiempo inmemorial el oficio endemoniado de la permanente destrucción de España [ .. sin cesar comenzando .. ]. La segunda y última vez que nos vimos le dije a Garci que, por momentos, esa luz suya viene de Vermeer y de John Ford. Es una manera de iluminar y “virar” la fotografía; y una manera de contemplar. Una luz que todo lo limpia, perdona e intenta comprender. Sin olvidar. La única luz, en definitiva, que pudiera redimir y salvar a Caína. Si no fuera tradición que Caína devore a sus hijos.
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