Tuesday, June 07, 2005

El puesto de Murcia en Caína. Alvargonzález vende su laguna a una inmobiliaria

Cuando yo era niño, en la calle del Hospital de Totana, asistía con frecuencia a un espectáculo pavoroso: la subasta del agua de riego. A tres portales de mi casa, se subastaba la hora de agua, a mano alzada. Quienes no podían pagar se marchaban la cabeza gacha. Poder pagar tampoco era suficiente para comprar el agua con la que regar los sembrados de alfalfa. Han pasado ¿cuántos años?. La sequía condenó al destierro a muchos de mis paisanos. La noticia del día, en Murcia, sigue siendo la misma: Regar una tahúlla con una dotación de agua 20 veces inferior a la necesaria sirve para dar una idea de las dificultades que están atravesando los agricultores murcianos. Éstos distribuyeron ayer, entre las seis zonas de riego del trasvase, los 20 hectómetros cúbicos en destino del desembalse del Tajo aprobado la semana pasada. Se trata de repartirlos proporcionalmente entre 147.255 hectáreas de Murcia, Alicante y Almería. Cuando termine este mes ya no tendrán más agua; aunque lo peor es la incógnita de este verano. Desde hace siglos, se han sucedido incontables proyectos hidráulicos. No es un secreto el proceso de desertización rampante. La especulación urbanística, la rapacidad inmobiliaria, el egoísmo cainita, han hecho el resto. Recuerdo a Miguel Hernández cuando habla de murcianos de dinamita. Para ser exactos, debería transcribir estos versos: Asturianos de braveza, vascos de piedra blindada, valencianos de alegría y castellanos de alma, labrados como la tierra y airosos como las alas; andaluces de relámpagos, nacidos entre guitarras y forjados en los yunques torrenciales de las lágrimas; extremeños de centeno, gallegos de lluvia y calma, catalanes de firmeza, aragoneses de casta, murcianos de dinamita frutalmente propagada, leoneses, navarros, dueños del hambre, el sudor y el hacha, reyes de la minería, señores de la labranza, hombres que entre las raíces, como raíces gallardas, vais de la vida a la muerte, vais de la nada a la nada. [ .. ] Esa trama de raíces y palabras crea la ilusión de un hogar, algo parecido a una casa común. Que ilusión absurda. Que de esperanzas muertas, enterradas en la tierra seca y sin agua, donde se construyen horrores inmobiliarios comprados y vendidos con hipotecas de por vida.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Yo no creo que la casa común sea una ilusión absurda. Gracias a la casa común, el niño pequeño puede usar la ropa de su hermano mayor, la chica intermedia alomejor puede ir a estudiar fuera y el mayor probablemente se quede con el padre a cultivar la tierra si hay agua, claro; pero su ausencia, como la del tío emigrante, no tiene nada ver con ellos.

1:37 PM  

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