Sunday, February 20, 2005

Europa NO es la UE

Europa es algo muy anterior y previsiblemente posterior a la UE. Las lenguas, artes, músicas, arquitecturas, culturas e instituciones donde nace, florece, arraiga y existe Europa tienen una historia que se confunde con la trágica y gloriosa historia de nuestra civilización. La UE es el penúltimo avatar de la muy tardía historia de la construcción política de Europa, que ha tenido algunos otros nombres: CECA, CEE, etc. Tras la proliferación sombría de los totalitarismos, con el colofón trágico de dos guerras civiles entre todos los pueblos europeos, ensombreciendo el siglo XX, la construcción política de Europa se percibió como una tarea muy urgente. Con tales antecedentes, echar los cimientos de una casa común entre los pueblos europeos ya sería una razón más que suficiente para embarcarse en el proyecto de construir una arquitectura política e institucional donde quepan todos los pueblos, culturas y Estados europeos (¿dónde comienza y termina Europa?, ¿en Moscú, en Ankara?, ¿cuál es la línea fronteriza entre los muy mestizos pueblos europeos?). La UE es el resultado provisional de medio siglo de titubeos y realizaciones, que es imprescindible continuar, quizá, para nuestra propia supervivencia como foco de civilización. ¿Es el proyecto de Tratado constitucional europeo una pieza indispensable de tan gigantesco puzzle? ¿Es posible construir una casa común sin la participación de los ciudadanos, aunque sea mínima y pasiva? El Parlamento es la única institución europea elegida directamente a través del sufragio universal, desde 1978, cuando, por vez primera, el 63 por ciento de los electores de los miembros de la antigua CE participaron con su voto en tal elección. En 1999, la participación descendió al 50 por ciento. El mes de junio del 2004 apenas votaron el 44.2 por ciento de los electores europeos miembros de la Unión; y en los Estados recién incorporados a la nueva UE la participación se estancó en un 28.7 por ciento. Las distintas familias políticas representadas en el Parlamento europeo dejan sin representación ----sin voz ni voto, por abstención, desinterés o rechazo---- a una mayoría significativa de más del 55 por ciento de los europeos. El proyecto de Tratado constitucional solo ha sido leído y no siempre aprobado por una minoría ciudadana, aunque es defendido por todos las elites gobernantes. ¿Se equivocan los ciudadanos negándose a leer un texto complejo, discutido y no siempre comprensible? ¿Es indispensable obedecer a las minorías gubernamentales, que no siempre escuchan los razonamientos de la mayoría ciudadana? La cultura, el arte, la industria, la solidaridad, la diplomacia, la seguridad, la prosperidad, son el fruto de acciones y comercio entre hombres libres y responsables, tomando libremente decisiones individuales o colectivas, concertadas con respeto mutuo. Brecht aconsejaba “disolver el pueblo” a los dirigentes de la antigua Alemania comunista que decían “no comprender” las sublevaciones populares contra el Estado.

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