Wednesday, November 02, 2005

Los girasoles ciegos y la dificultad de fundar una casa común, en España

Siguiendo el consejo de S*, leí Los girasoles ciegos (Anagrama) de Alberto Méndez. Y, efectivamente, alguno de los cuentos de ese libro, pienso en Segunda derrota: 1940; o Manuscrito encontrado en el olvido, bien pudiera figurar entre las mejores antologías de relatos del último medio siglo. Me crucé con Alberto en Madrid, hace muchos años. Nos presentó en la librería Visor Miguel o Jesús García Sánchez. Y luego volvimos a cruzarnos en casa de Alberto Corazón, en la Plaza Mayor. Jamás lo hubiese imaginado escribiendo cuentos. Con el paso del tiempo, su libro me descubre a otro hombre, sensible, idealista absoluto: quizá sus relatos ganasen, para mi gusto, suprimiendo una docena corta de palabras, o siglas. [ .. ] Tanto da. Los girasoles ciegos me devuelve la imagen de un comunista honrado e idealista. Calificativos que pudieran sorprender, y son tan impensables, para algunos, desde otra óptica, como si un comunista de ayer o de hoy dijese lo mismo de un militante de la CNT y la FAI. Como si Ana Botella pronunciase una conferencia, en la madrileña calle de Serrano, y se atreviese a decir que Federica Montseny fue una heroína de su época, que bien merecería el recuerdo institucional de un monumento. Comparaciones y recuerdos quizá indispensables para construir una casa común, para echar las raíces de aquello que los alemanes y Heidegger, en particular, nombran con la palabra heimat: ----Un cura diciendo una misa por el alma de Durruti, en la Ciudad Universitaria. ----Los comunistas (no solo catalanes) pidiendo perdón a los herederos de Andreu Nin. ----Una delegación de la CNT / FAI poniendo una corona de flores a las puertas del Alcázar de Toledo. ----La UGT y CC.OO. pidiendo un recuerdo institucional, un monumento, a la memoria de la CNT. ---- (..) (..) ... ----González diciendo algo digno y respetuoso de Aznar; Aznar diciendo algo respetuoso y digno de González... ... NO se me oculta el idealismo de tan infantiles ilusiones. Cualquiera pudiera prolongar tal relación indefinidamente. ¡Son tantos los muertos que profanamos y odiamos con tanto rencor, cada día! ¿Me atreveré a decir que España NO será una casa común, para nadie, hasta que puedan ser vagamente imaginables reconciliaciones de ese tipo? La hipocresía, el rencor solapado, la sed de venganza y el floreciente mercado del odio, alimentado, con frecuencia, desde los medios de incomunicación de masas, quizá destruyan a cada instante tan ilusos espejismos. De ahí, me digo, con tristeza, que en mi biografía apócrifa de CJS, La colmena se llame La almadraba.

2 Comments:

Blogger lola said...

Casualidades. Pensaba en hacer un post sobre algunas de las personas heroícas (seguro que las hay en todos lados), cuyo ejemplo pueda servir, moralmente, para admiración de todos, de unos y otros y de los de más allá. Personas en las que puedan reconocerse todos o, por lo menos, que pudiesen ser reunidas y escuchadas en una misma civilizada cena (embrión de Heimat)

Pienso, por ejemplo, en Peiró. ¿Quién sabe algo de él hoy en día?

11:11 AM  
Anonymous Anonymous said...

Claro, todos juntitos, sentaditos y calladitos bajo la casa común en torno a nuestro caudillo y que la leña se la sigan dando a los de siempre, ¿no?

Me parece que no has entendido nada de Los girasoles ciegos. Como se dice en un momento del libro: "Si nos quitan la ira, ¿qué nos queda?" No es un libro para que nos reconciliemos los españolitos y vayamos juntitos a comer garbanzos y ver toros, sino para que tomemos conciencia de que unos impusieron la Victoria y ahí se quedaron con ella, y a otros muchos no les quedó sino callar y morir.

Por ellos no nos vamos a quedar mudos, como queréis, y hermanados con los verdugos y que no importen ideologías, sufrimientos, clases. ¡Lo que nos faltaba ya!

3:27 PM  

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