Thursday, December 01, 2005

Susanne Osthoff, Javier Teixidor, Irak, Goya y los Desastres de la guerra

A juzgar por el ominoso silencio de los medios de incomunicación de masas, el secuestro de Susanne Osthoff no interesa a quienes decretan qué interesa a los indefensos lectores de periódicos, seducidos con encantamientos y cadáveres maquillados con afeites siempre más chillones. Sin embargo, su caso tiene matices particulares. Arqueóloga, discípula de Barthel Hrouda, formada en la magna tradición de Robert Koldewey y Walter Andrae, los grandes patriarcas de la asiriología contemporánea, se convirtió al islam y creía obrar por la paz y la reconciliación de los irakíes de tan distinta obediencia religiosa y cultural. Cuando las tropas norteamericanas llegaron victoriosas a Bagdad, le confesé a Javier Teixidor ----que ha trabajado muchos años en Basora y en Bagdad y es el único español cooptado por los sabios del Collège de France, desde hace siglos---- mi esperanza en una posible “recomposición diplomática de todo Oriente Medio”. Muy escéptico, Javier me dijo: “Los generales americanos debieran estudiar los Desastres de la guerra de Goya. Eso es lo que les espera: una guerra irregular, doblada de guerra civil, guerra de religión y Terror indiscriminado”. En esas estamos. ¿A quién le importa la dramática suerte de una arqueóloga, que confiaba en la cultura y la religión como instrumentos con los que intentar reconstruir la identidad de un pueblo?

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