La Biblioteca Nacional, la NY Public Library, mis papeles y otros desastres
Mi director general de asuntos informáticos no da créditos a sus ojos: ha descubierto siete libros míos en la New York Public Library.
La selección de los bibliotecarios neoyorquinos conserva mis locuras barojianas, el memorial de mis adolescentes fracasos, entre otras de mis Ruinas, que no han interesado en absoluto a los bibliotecarios madrileños. Hay gustos para todo. Más allá de la vanidad, un antiguo director de la BN, que tuvo la amabilidad de prestarnos su gran sala para presentar una de mis cosas, me comentaba no hace tanto tiempo:
----Quiño, ¿cómo quieres que tenga tus libros en la BN, si hace no sé cuantos años que no hay dinero para clasificar la mitad de los libros que nos llegan?.
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Cuando Carlos Barral echó a Rosa Regás de su editorial, por razones de humor personal, Alberto Miguez se obstinó en que yo escribiese un papel contra Carlos. Cosa a la que me negué. “La Regás no te puede ver”, me dijo Alberto, malévolo. Nobody is perfect. BW
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