Wednesday, March 22, 2006

Jordi Gracia, Ridruejo, "cerdo", "facha" y "fascista" en la prosa periodística actual

Jordi Gracia (Barcelona, 1965), profesor en la Universidad de Barcelona, crítico literario, autor, entre otros, de dos libros de referencia: La resistencia silenciosa (Fascismo y cultura en España) (premio Anagrama 2004) y Dionisio Ridruejo. Materiales para una autobiografía (Fundación Santander Central Hispano), obra “ciertamente memorable”. ¿Hubiese utilizado Dionisio Ridruejo palabras como “sangre venenosa”, “cerdo”, “mamarracho”, “al paredón”, usadas con alguna frecuencia por una cierta retórica periodística actual? Me jugaría alguna cosa menor, como el crédito, a que no hubiese utilizado Ridruejo expresiones de esa naturaleza, no tanto en su caso por circunspección verbal sino por pundonor, por entender que encajaban de la peor manera en el modelo propio de persona culta y falangista que tuvo en su juventud. Algunas de las paradojas más hermosas de algunos de los fascistas antiguos está en la convicción con que buscaron imitar un modelo ideal, falso pero creído, de fascismo exquisito, cultivado, bien leído, poeta, nada aficionado a la cochambre ni a la impetuosidad verbal expresada con la impotencia del insulto. Incluso en cierto modo, las razones de la rebeldía falangista de Ridruejo y su autoexclusión del sistema en 1942 fueron políticas pero no se explicarían bien sin otras de orden moral que atañen también al repelús por la bravuconería, la ignorancia, la vagancia y el mal gusto. La dejadez del insulto encajaba mal en el rigorismo de unas élites que supo ver después que eran equivocadas, pero que primero eran élites cultivadas o aspiraban a serlo, y de ahí también una parte de la fascinación que causó en él y otros jóvenes la figura plástica y literaria del atildamiento verbal de José Antonio. La única salvedad cierta, que me consta, atañe a Franco, contra quien se despachaba sin ninguna moderación en tertulias, conversaciones y a quien insulta sin tapujos en entrevistas grabadas “magnetofónicamente” (y seguramente a alguno más..). Pero tanto la educación recibida como el sentido del pundonor, y del respeto intelectual a sí mismo, me parece que hacen poco probable el uso de esas expresiones, por decirlo así, no particularmente imaginativas: cuando la prosa se hacía incisiva, lo era, además, brillantemente. ¿Qué opinión cultural le merece la utilización del calificativo “facha” o “fascista” para calificar a alguien, hoy, en España? Me resulta muy irritante porque demuestra una pobrísima idea histórica del significado real del fascismo, y viene a comportar una suerte de atenuación de la barbarie que fue, como si de veras todo aquello pudiera emparentarse con situaciones democráticas hoy, incluso en el peor de los casos en nuestros sistemas actuales. Facha es quizá otra cosa, o al menos desde mi adolescencia ha tenido descaradamente un valor mucho más abierto, como sinónimo de conservador o tradicionalista, sin casi rastro duro del sentido político que lleva la palabra. En mi instituto de enseñanza secundaria, hace veinte años (bueno, veinticinco), nadie lo utilizaba como descriptor político sino de orden más general. El uso actual de fascismo, como no sea ceñido a grupos abiertamente nostálgicos o visiblemente emuladores y rehabilitadores de sus doctrinas políticas, puede llegar a ser una auténtica vileza involuntaria para quienes padecieron el fascismo de verdad y no simplemente la desfachatez reaccionaria o la mentira oportunista y demagógica que pueda darse en nuestro tiempo.

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