
Paul Noth, New Yorker, 04.07.05

Hace siglos, Victor de la Serna (Vitín, padre de VdlS jr., no menos gastrónomo) me decía: “
Quiño, para entender Nueva York es imprescindible que leas todas las semanas el New Yorker”.
Han pasado los años, y aquel consejo me sigue siendo precioso. Guardo colecciones enteras de la portada de la revista. Y los
cartoons del
New Yorker me siguen pareciendo una de las mejores introducciones posibles a una cierta modernidad urbana.
Cuando me siento acosado por las nubes tóxicas de la vieja Europa, los nuevos maestros ascendentes en el
New Yorker, como Paul Noth, me ayudan a respirar un aire menos viciado que el de las truculencias cainitas.
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