Friday, September 23, 2005

Antonio Carvajal, il miglior fabbro

Ordenando mi biblioteca me asalta una duda: ¿Dónde o junto a quién poner los libros de Antonio Carvajal?... La revista Quimera, que dirige Fernando Valls, debía consagrarle su número de septiembre, coordinado por Juan Ramón Torregrosa y supongo que tendrá un obligado tono apologético: Antonio Carvajal es un maestro que tiene muchos admiradores fervorosos, entre los que me encuentro, aunque él todavía esté camino de la canonización que Quimera debiera contribuir a consumar. Espero. Granadino, Carvajal hubiera tenido otra suerte de vivir en Madrid o Barcelona. Su lejanía física, me digo, le ha permitido construir una obra mucho más íntima, personal, honda, víctima, con frecuencia, desde hace muchos años, de ese distanciamiento parcialmente voluntario. Las ignorancias capitalinas tienen raíces y tentáculos saturnales, que tantas cosas envenenan y pudren. Afortunadamente, esa distancia física de la marabunta catalano / mesetaria da a la obra de Antonio Carvajal el tono muy grave, sereno, olímpico, de las cosas materiales e inmateriales que mejor resisten al paso del tiempo, con la pureza carnal de una lengua que ha bebido en los clásicos para hablar de un desencanto más inmediato y melancólico, que viene de la desesperanza de la gran poesía barroca pero habla del infierno nuestro de cada día: ¿Qué dirán las estrellas de este desasosiego del que sabe que sus ojos son negros, que su sangre es mentira, que es mentira su alma y que es mentira la esperanza de un futuro mejor?

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